Cuento policial: Descuidos accidentales
Clementi había viajado a Neuquén, pero ahora volvía a Buenos Aires porque comenzaba otro nuevo año de estudio. Antes de partir rumbo hacia al aeropuerto, decidió mirarse por última vez en aquel espejo roto que tenía en su habitación (que él consideraba que no estaba roto, sino con pequeños rasguños) y además agradeció no tener que ver ni escuchar más ese ruidoso reloj de pie que su padre amaba. Una vez llegado al aeropuerto, se despidió formalmente de sus padres y subió al avión que partía hacia la gran ciudad. A mitad de viaje Clementi se despierta por unos molestos ruidos que lo incomodaron al dormir y desde ese momento hasta al final del viaje tuvo que quedarse despierto. A medida que pasaba el tiempo, aumentaban las ganas de ir al baño de Clementi, pero el baño estaba ocupado y no quería quedarse parado porque le daba miedo que eso le produzca mareos o dolores de panza. Pero finalmente decidió ir al baño y esperar parado de todas maneras. No pasaron ni diez segundos de cu...